Cada 8 de junio celebramos el Día Mundial de los Océanos, una oportunidad para reflexionar sobre la salud de nuestros mares y la vida que albergan. Aquí te contamos por qué la pesca industrial y los plásticos vinculados a ella están amenazando la vida marina y cómo podemos actuar.

Se estima que el 90 % de las poblaciones de peces están totalmente explotadas o agotadas Especies clave como tiburones y rayas han sufrido una caída del 71 % desde los años 70, debido a la sobrepesca.

Además, cada año se descartan millones de toneladas de peces no deseados: aproximadamente 9,1 millones de toneladas, alrededor del 10 % de lo capturado.

Estas cifras reflejan una realidad devastadora: con la desaparición de especies clave, se rompe el equilibrio de los ecosistemas marinos.

Cada año, cerca de 640, 000 toneladas de redes de pesca quedan en el mar.

Estas redes, conocidas como “ghost gear”, causan la muerte de cientos de miles de animales, incluyendo aves, mamíferos marinos y peces, al quedar atrapados en ellas; también dañan los corales.

Cada año, 8 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos, matando alrededor de 100 000 mamíferos marinos y 1 millón de aves marinas .

Las tortugas marinas mueren tras confundir bolsas plásticas con medusas, y las ballenas ingieren redes y bolsas que obstruyen sus organismos.

La pesca industrial no solo reduce drásticamente las poblaciones de peces, sino que también afecta gravemente a otras especies marinas como tiburones y rayas, que son capturados como fauna incidental.

Además, destruye ecosistemas vitales como los arrecifes de coral, que funcionan como verdaderos bosques submarinos, hogar y refugio de miles de especies marinas, y fundamentales para la salud del océano.

El cultivo de peces, o acuacultura, es la cría de peces y mariscos en espacios controlados como estanques o jaulas, para suplir la demanda sin depender tanto de la pesca tradicional.

Esta práctica también tiene sus problemas. Los peces suelen vivir hacinados, lo que facilita enfermedades. Para combatirlas, se usan antibióticos y químicos que pueden quedar en el pescado que consumimos. Además, la contaminación de estos criaderos afecta la calidad del agua y el ecosistema local.

Y algo importante: muchos peces de cultivo se alimentan con harina de pescado, lo que no ayuda a reducir la presión sobre los océanos.

La forma más efectiva de proteger los océanos y sus habitantes es dejar de consumir pescado y mariscos.

Debemos respetar los océanos y cuidarlos como si nuestra vida dependiera de ello. Porque sí depende de ello.

Sylvia Earle “Her Deepness”, bióloga marina.

A menudo escuchamos que el pescado es “saludable”, pero lo que muchos no saben es que los nutrientes por los que se valora… vienen originalmente de las algas.

Los omega-3 y omega-6 son grasas esenciales que el cuerpo necesita para funcionar bien, pero que no puede producir por sí solo, por eso deben venir de los alimentos. Los peces no fabrican por sí mismos el omega-3, lo obtienen de su alimentación. Por eso, podemos ir directo a la fuente:


El omega-3 tipo ALA se encuentra en semillas de chía, linaza, nueces, aceite de linaza y soya. Para obtener DHA y EPA directamente (las formas activas del omega-3 presentes en el pescado), puedes consumir algas marinas. Las algas marinas, como la espirulina, el nori y el wakame, están disponibles en supermercados y tiendas naturistas. Estas contienen omega-3, yodo, antioxidantes y minerales esenciales para el cuerpo humano. El omega-6 está presente en abundancia en aceites vegetales como el de girasol, maíz, soya y en semillas. Una dieta basada en plantas, con estos alimentos, puede cubrir completamente tus necesidades de ácidos grasos esenciales sin recurrir a productos del mar.

Los camarones, langostinos y otros mariscos suelen ser naturalmente altos en colesterol, algo a tener en cuenta si cuidas tu salud cardiovascular.

Además, la contaminación de los océanos trae otro problema grave: los peces ingieren microplásticos al alimentarse, y estas pequeñas partículas se acumulan en sus tejidos. Cuando comemos pescado, esos microplásticos pueden pasar a nuestro cuerpo.

Por si fuera poco, el mercurio (un metal pesado tóxico) llega a los océanos principalmente por la contaminación industrial, minera y la quema de combustibles fósiles. En el agua, se transforma en metilmercurio, que se acumula especialmente en peces grandes y longevos como el atún y el pez espada. Este contaminante puede afectar el sistema nervioso, sobre todo en niños y mujeres embarazadas.

Este el Día Mundial de los Océanos, te invitamos a reducir o eliminar tu consumo de pescado y mariscos. Prueba deliciosas alternativas a base de plantas.